Madrid, 12 abr (EFE).- Desde que comenzara la crisis por la expansión del coronavirus, los estanqueros han detectado un aumento de las ventas de cartones de tabaco frente a la tradicional cajetilla, mientras que el cierre de la hostelería ha provocado la caída de todo su negocio en bares a través de máquinas expendedoras.
Así lo han explicado a Efeagro fuentes de la patronal Unión de Estanqueros, un colectivo obligado por ley a abrir un mínimo de 44 horas semanales en el marco del estado de alarma por ser considerado «actividad esencial».
Esta calificación ha suscitado cierta polémica: la asociación antitabaco Nofumadores.org reclamó un cambio en la normativa para que los estancos cierren durante la pandemia, ya que el tabaco no es en su opinión un bien de primera necesidad y no se puede equiparar con alimentos y medicamentos.
Los estanqueros, por el contrario, recuerdan que son «concesionarios del Estado» y alegan que ejercen un «servicio público» por vender además de tabaco otros productos, entre ellos abonos de transporte, tarjetas de recarga para el teléfono o prensa, a lo que se suma la posibilidad de hacer envíos de dinero y transferencias. Otro argumento es el papel que juegan las expendedurías en el ámbito rural, donde el estanco se convierte en ocasiones «en el único punto de abastecimiento de alimentos y productos de primera necesidad».
La presidenta de la patronal, Elena Viana, ha señalado que los estancos -con cerca de 13.500 establecimientos en todo el país- siguen las recomendaciones de las autoridades en materia de horario y en varias localidades éste se ha reducido, después de detectar «la picaresca de algunos ciudadanos para salir a la calle aprovechando la excusa» de comprar tabaco.
De hecho, asociaciones provinciales de estanqueros llegaron incluso a pedir públicamente que los clientes no utilicen acudir al estanco como «excusa» para justificar su salida a la calle, mientras en otros puntos del país han lamentado la poca atención que despierta el colectivo pese a verse obligado a trabajar en plena pandemia.
«Hemos pasado de tener colas por el temor de los clientes a un posible cierre -antes de que se decretara el estado de alarma a mediados de marzo- a estar abiertos con pocos clientes puesto que se habían sobreabastecido», ha detallado Viana.
Una tendencia que sí se percibe es que cada vez son más los fumadores que compran un cartón de tabaco directamente en vez de adquirirlo por cajetillas, en un intento por reducir sus visitas a la tienda, según la patronal.
«En el primer día de confinamiento, multipliqué por siete mi caja habitual», revela un estanquero de la Comunidad Valenciana, quien no obstante reconoce la preocupación entre este colectivo por el riesgo de contagio: «Yo si pudiese no saldría de casa».
Desde la patronal han incidido en la puesta en marcha de una serie de medidas y recomendaciones en las tiendas en materia de seguridad -tanto para clientes como para empleados-, y que incluye limitar el aforo y hacer respetar las distancias una vez en su interior.
Los estancos también se han convertido en los únicos establecimientos físicos en los que se pueden adquirir productos para el vapeo tras el cierre de las tiendas especializadas, aunque muchas de estas últimas mantienen operativos sus servicios «online».
No obstante, compañías como British American Tobacco (BAT) dieron instrucciones a los estanqueros para retirar temporalmente de sus mostradores los vapeadores puestos a disposición a modo de prueba pese a que funcionan con «boquillas desechables» como medida de precaución.