En su conjunto, la actividad en torno al tabaco emplea a 50.000 personas a nivel nacional.
España es el tercer país productor de hoja de la UE con un modelo agrícola sostenible.
La cadena de valor del tabaco, desde el cultivo al punto de venta, genera un impacto económico de 3.200 millones de euros de Valor Añadido Bruto (VAB)[1] en la economía española, lo que representa el 0,3% del PIB español. El importante efecto arrastre del sector multiplica por 2,1 cada euro de valor añadido bruto directo, según se desprende del último informe “La importancia del sector del tabaco en la economía española 2017”, elaborado para la Mesa del Tabaco por Analistas Financieros Internacionales (AFI) con la colaboración de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE).
El tabaco es además el quinto mayor contribuyente del Estado con una recaudación fiscal que suma unos 9.000 millones de euros al año, el equivalente al 5% del total de los ingresos del Estado y al 34% de los impuestos especiales.
Conviene recordar que el tabaco es el producto de consumo con mayor carga fiscal de España: el 77% del precio de venta al público (PVP) equivale a impuestos, una tasa superior a otros productos sometidos al régimen de los impuestos especiales como los carburantes (47%), el alcohol (43%) o la electricidad (21%).
Motor de empleo
El sector del tabaco emplea en su conjunto a cerca de 50.000 personas en España de manera directa, indirecta e inducida[2], de las que un 60% están relacionadas con la venta minorista de tabaco en los estancos. En concreto, los 13.286 estancos existentes en España, que ejercen una importante función en el control de la venta del producto exclusivamente a mayores de 18 años, aportan un total de 29.800 empleos dentro del sector del tabaco.
Destacan también los casi 3.400 empleos originados en el cultivo de hoja de tabaco e industria de primera transformación en Extremadura, donde se concentra el 97% de la producción agrícola tabaquera. La actividad económica existente alrededor del tabaco facilita el mantenimiento de la población en el medio rural.
De media, cada empleo directo en el sector genera 2,6 empleos indirectos e inducidos a lo largo de la cadena de valor, aunque en algunos eslabones el ratio es más elevado. Así, cada puesto de trabajo en el ámbito de la fabricación genera 5 empleos indirectos o inducidos, mientras que en distribución se crean 3,1 indirectos e inducidos.
En esta edición, AFI ha revisado la metodología para la cuantificación del empleo del sector y ha contabilizado únicamente el empleo a jornada completa. Por este motivo, no se puede comparar esta cifra de empleo con la contenida en el anterior informe. En términos comparativos con el Informe del año 2015 (es decir, usando la misma metodología del estudio), el empleo del sector del tabaco habría descendido un 3%, hasta 58.900 personas. Este comportamiento responde a un conjunto de factores, entre los que destacan, una normativa cada más restrictiva para en el ejercicio de nuestra actividad, el problema del comercio ilegal de tabaco que resta ventas e impuestos del canal legítimo o la paulatina tendencia de descenso del consumo en las últimas décadas.
Cultivo sostenible: 60 millones invertidos en bioenergía en Extremadura
España, gracias al buen funcionamiento del modelo productivo extremeño, es el tercer país productor de hoja de tabaco en la Unión Europea. En los últimos años, el cultivo de tabaco ha liderado las exportaciones cacereñas.
Es un cultivo sostenible desde el punto de vista agroambiental que fomenta el uso de energías renovables y evita el empleo de abonos y fitosanitarios. Entre 2011 y 2015, los agricultores han invertido 60 millones de euros en sus instalaciones de curado para sustituir el empleo de combustibles fósiles (como gasóleo o propano) por biomasa. Hoy, un 70% del tabaco cultivado en Extremadura se cura con bioenergía.
El tabaco extremeño es apreciado en el mercado internacional por su elevada calidad. En este ámbito, es relevante el papel de CETARSA, Compañía Española de Transformación de Tabaco en Rama, que se encarga de tutelar y asesorar a la mayor parte de los agricultores para obtener un tabaco de máxima calidad. Destaca, además, su apuesta por la innovación con una inversión que equivale al 2,76% de sus gastos totales.
Sector estratégico en Canarias
Tanto desde el punto de vista del empleo como por su contribución a la economía, el sector del tabaco es una actividad estratégica en Canarias. En 2016, el valor de la producción de la industria tabaquera canaria ascendió a 358 millones de euros y generó 3.500 puestos de trabajo directos (temporales e indefinidos). Más del 40% de la producción se destina a la exportación (147 millones de euros), una cifra próxima a la exportación de plátanos (158 millones). Por su parte, en 2016, la Administración autonómica ingresó 176 millones de euros a través de impuestos al tabaco: 136 millones por los tributos especiales y 40 millones por impuestos indirectos (IGIC).
En la actualidad, en Canarias se concentra el grueso de la fabricación de tabaco en España, con excepción de una planta de cigarros y cigarritos en Cantabria. En el archipiélago están censados 38 fabricantes de labores del tabaco, de los que cuatro tienen plantas manufactureras de cigarrillos (dos en Tenerife y dos en Gran Canaria), mientras que el resto lo conforman productores de cigarros.
[1] El empleo inducido se genera como consecuencia de empleo directo e indirecto. Serían por ejemplo, los servicios financieros, actividades profesionales de asesoramiento u otras ramas manufactureras (papel y cartón, etc.).
[2] Es el valor de los bienes y servicios finales producidos, sin incluir el valor de los bienes y servicios intermedios necesarios para la producción de los bienes finales.