Madrid, 15 abr (EFE).- Sólo en tres operaciones, la UCO de la Guardia Civil ha intervenido 6 millones de cajetillas de cigarrillos valoradas en 24,5 millones de euros, unas cifras que dan idea del negocio aún en auge en España del tráfico ilícito de tabaco, donde conviven contrabandistas de toda la vida con redes más sofisticadas.
Desde hace décadas, este delito, con muy escaso reproche penal pero, sobre todo, social, está instalado en España, especialmente en zonas como Galicia, Andalucía y Extremadura, donde muchas familias tienen en el contrabando su «modus vivendi».
Pero con el tráfico a pequeña escala se codea el dirigido por verdaderas tramas criminales perfectamente estructuradas que extienden sus tentáculos, además de en España, por países como Bulgaria, Rumanía, Polonia, Portugal o Reino Unido.
Contra estas organizaciones lucha el grupo de Delincuencia Económica de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, como explica a Efe el capitán Carlos Gallego, quien resalta que sin la cooperación policial bilateral y la colaboración de organismos como Europol, Eurojust o la oficina europea de lucha contra el fraude, la OLAF, no sería posible obtener tan buenos resultados.
Mientras se sucede un goteo de operaciones de menor calado en toda España, la UCO, como unidad central, pone el foco en las grandes redes y, así, ha conseguido desenmascarar algunas organizaciones que trafican con cantidades nada despreciables de tabaco, sobre todo de marcas blancas.
Entre esas intervenciones destaca la de 2013 en coordinación con las policías belga y francesa: la operación «Cumpai», en la que se detuvo a 19 personas y se intervinieron ocho contenedores con 2.658.710 cajetillas valoradas en 10 millones de euros.
Dos años después, la operación «Spinola» permitió, en coordinación con Portugal, Rumanía, Bulgaria y Reino Unido, el arresto de 7 personas y la incautación de 1.794.500 cajetillas, con un valor de 8,5 millones.
La operación más reciente, la «Mangalica», fue hace escasos días en colaboración de Portugal, Rumanía y Bulgaria, además de la Guardia Civil de Almería y bajo la dirección del juzgado de Roquetas de Mar. Se saldó con 42 detenidos y 1.560.000 cajetillas incautadas, valoradas en 6 millones.
Son cifras que resumen el resultado final de unas investigaciones nada fáciles, como recuerda el capitán, porque en nada ayuda que en mucha parte de la sociedad esté «bien visto» el contrabando, que ha crecido durante la crisis porque el menor poder adquisitivo ha abocado al consumidor a comprar marcas blancas ilícitas.
De hecho, según datos de la empresa Ipsos, este tráfico ilegal ya supone el 9,2 por ciento del consumo total.
A pesar de la lucha policial, el contrabando no cesa y, como subraya el agente de la UCO, en España se detecta un auge del consumo de marcas blancas procedentes del exterior, sobre todo de países del Este, y que se han ido introduciendo poco a poco en nuestro país, hasta el punto de que ya son muy consumidas.
Un incremento que se justifica en el precio, ya que su venta legal rondaría los 4 o 5 euros por cajetilla, pero si es de contrabando se puede adquirir por 2 o 2,5 euros porque los traficantes evaden el alto impuesto con el que está gravado el tabaco en España y otros países comunitarios y juegan con un margen de beneficio considerable.
El tabaco en sí mismo es nocivo, pero el que llega de contrabando, o por lo menos una parte importantísima, no ha pasado ningún tipo de control sanitario y lo es aún más. Los contrabandistas lo saben y no lo consumen, como han constatado los investigadores en los seguimientos a estas redes, explica Gallego.
Redes dirigidas en algunos casos desde España y que cuentan con infraestructura en países como Rumanía, Bulgaria o los Emiratos Árabes, desde donde llega la mercancía, pero últimamente, según el capitán, es otro el «modelo» que se está imponiendo en nuestro país.
Así, la UCO se ha encontrado con organizaciones que desde el exterior aportan financiación y dirección a células radicadas en España, que distribuyen la mercancía y que cuentan con «una cartera de clientes muy amplia», como locutorios, tiendas, bares u otros comercios.
Desde fábricas de países del Este, el producto sale por dos vías: la legal y la ilegal. Esta última aprovechando una tan potente infraestructura de transporte que es «alquilada» incluso por otras redes.
España es también lugar de paso -aprovechado por estas organizaciones- para que el tabaco de contrabando llegue desde Gibraltar al Reino Unido.
De una forma u otra, el castigo penal, y el social, es mínimo, y la «profesión» de contrabandista se sigue heredando en España.
Y porque son conscientes de ese menor reproche en la legislación penal, hasta los traficantes de droga «se pasan» a este negocio ilícito que, como subraya Gallego, causa graves perjuicios al sector e, incluso, al consumidor.
Por todo ello, la UCO, insiste el capitán, seguirá luchando de forma prioritaria contra esta actividad ilícita, que ya va unida desde hace tiempo al blanqueo, la falsedad documental o otros delitos.